Así es un Escape Room

Hasta hace unos años, la imagen más frecuente de un aficionado al escapismo era la de un huraño enganchado a los videojuegos. Los jugadores más «sociables» amantes de esta temática –la resolución de enigmas para lograr salir de una habitación en menos de 60 minutos– participaban, como mucho, en juegos de realidad virtual con otros «frikis» en línea. Sin embargo, desde 2002 en Barcelona, hace una década, la moda por trasladar ese reto a una habitación real forjó el nacimiento de un nuevo negocio a nivel mundial: el «Escape Room».

Los escapistas entran a ciegas en salas temáticas. Nunca han visto su interior porque los «Escape Room» son contrarios a mostrar sus escenarios. «No dejamos que hagan fotos para que nadie haga trampas».

Sin saber por dónde empezar, candados, jeroglíficos, notas y objetos se muestran ante ellos. El hilo es una historia misteriosa, intrigante. Mientras, una pantalla marca la cuenta atrás de 60 minutos. «Al principio la gente entra tranquila, pero la tensión se va apoderando de ellos hasta estallar de júbilo si consiguen salir. Si lo necesitan, les damos pistas»

Destaca por sus decorados.. Desde su apertura los dueños han visto crecer el número de escapistas que trabajan en equipo. «El juego es apto también para jugar en familia, celebrar una despedida o un cumpleaños»

El secreto de salir "con vida".

el premio

La clave para conseguir escapar de estas habitaciones no está relacionada con el nivel de estudios, sino con la lógica y la capacidad de observación y deducción, No hay que realizar ningún esfuerzo físico. Sólo mental.

ara empresas

Básicamente, un grupo de personas se encierra voluntariamente en una habitación donde tienen que resolver una serie de acertijos para poder escapar dentro de un límite de tiempo establecido. La diversión radica en que se ponen a prueba la inteligencia, capacidad de observación y trabajo en equipo.

Sin dejar de lado el mundo lúdico, los juegos de escape se han acercado al mundo formativo de entorno profesional. "Para las empresas se ha convertido en un filón meter a departamentos en conflicto y ver cómo trabajan sin que ellos estén pendientes de que se les observa.